Una mañana de jueves más

Como casi todos los jueves salí temprano de mi casa. A las 9.30 de la mañana, que para mi es madrugada. Llegué a la estación del Subte, cartel que dice: Línea E con demora. Que es la forma “común y corriente” en que funcionan las líneas A y E. Como iba con los minutos contados, para poder tomar un café antes de entrar a mi “terapia”, no dejo pasar el tren que ya venía muy lleno.

De una, no pude sacar el libro que estoy leyendo: Filo, de Sergio Olguín. Llevo dos noches de insomnio que hicieron que adelante 192 páginas. Como no leo, pienso o divago en las cosas que me pasan o pasaron. Pienso en cómo escribir, qué escribir. Repaso mentalmente algunos pasajes del libro. Muy bueno cuando Santiago lleva a un telo a Marcela por primera vez. Son tres páginas divertidísimas (desde la página 145 a la 147). Pienso que Olguín es como el John Irving argentino; sería, si desarrollara más las historias de los personajes, principales y secundarios. La prosa de ambos es fluida y no aburre en ningún momento. Pero, no entiendo cómo pudo haber puesto: “Él estacionó el auto en la esquina de Puán y Hortiguera.” (Pág. 160). Esas calles son paralelas. ¡Nadie lo lee antes! ¡Nadie lo corrige! ¡No lo leyó un amigo! ¿No tiene una Guia T este pibe? Una pena, le quita brillo a un inmenso trabajo que es impecable en todo sentido. O casi. ¿Cómo puede referirse a Borges como el Cieguito provocativamente (suena horrible) y dice en otra parte “hicieron el amor”? Bueno, son elecciones. Las referencias a Viñas: buenísimas.

Pienso una frase para un relato. El tipo le dice a la mina: lo nuestro no va a funcionar, uso perfumes más dulces que los que vos usás. Me gusta. Mientras repaso todo esto no me muevo. Voy completamente sujeto a los cuerpos de las otras personas. Al lado mío va un morocho hermoso. Me encanta pensar esto. Total, la gente dice que soy puto. Eso pasa por ir a fiestas de gente que no es amiga y llevar puesta una camisa verde y rosa… y eso que no saben que tengo todos los discos originales de Saint Etienne, no saben que bailo solo con los discos de Electronic y que canto las canciones de Joni Mitchell. Esta gente piensa linealmente como una ex novia que una vez dijo: tengo miedo que te hagas homosexual porque escuchas a Morrissey. (Con ese criterio si se enteran que rompo electrodomésticos cada vez que escucho, muy fuerte, Vision Thing de The Sisters of Mercy, ¿qué pensarían?) Acaso esta gente, aparte de ser pelotuda, ¿creen en la inscripción sexual? Discusión pendiente con la doctora Schiselson. La gente habla de los demás cuando empieza a engordar y chorrear grasa por todos lados. Hablan de los demás porque tiene una vida chota. Ponen en palabras lo que ellos son y tiran su porquería por todos lados.

Cuando llegamos a la estación final no hace falta que mueva los pies. Salgo del tren por la fuerza ejercida por los demás. Luego, me apuro para subir por la escalera mecánica. De mal humor y con dolor de cabeza. Ya es junio y todos vamos vestidos de gris y negro. Dos excepciones. Una se quedó, porque no pudo subir, en la estación Entre Ríos, con su abrigo rojo, su piel clara y su pelo lacio y oscuro. La otra va delante mío en la escalera. Una pollera floreada y colorida. Sin pensarlo me estremezco ante esa imagen de la pollera de colores vivos sobre las medias negras y toda esa exuberancia de la carne tibia debajo de esas telitas y no pienso y digo: ¡Qué liiindo mamita! Mirándole bien el orto. Se da vuelta y me dice: Ernesto, qué sorpresa. La persona que tengo de contacto en el ministerio. Cara de aspirineta, hago de cuenta que no dije nada. Saludo y por suerte tomamos túneles diferentes.

En la línea D puedo leer. Llego hasta la cita de Cortazar: “a rose is a rose is a rose y nada más”, me emociono y no entiendo por qué. Con esas palabras adelanta Olguín la segunda parte de la novela que es… no sé como decirlo sin contar la segunda parte: liberadora, iluminada, llena de aire nuevo y fresco.  Claro, eso es lo que necesito: llegar a tiempo para tomar mi cortado y comer mi medialuna «y nada más».

Acerca de Daniel Altamiranda

Daniel Altamiranda: Frente a la vieja dicotomía de escribir parado y bailando (Escritura Dionisiaca) o sentado (Escritura Apolínea) prefiero escribir comiendo.
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4 respuestas a Una mañana de jueves más

  1. Harumi Harajuku dijo:

    Gro-so!

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  2. Harumi cuánto misterio detrás de tu nombre…

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